Vittoria, la casa sobre pilotes frente al mar
Mientras espero un taxi a la salida del aeropuerto de Comiso, me besa el tierno sol de abril.
Temo hacer el trayecto con un coche nuevo, químicamente perfumado, y un joven alborotador.
No es así, me recibe un viejo Escarabajo blanco, conducido por una mujer despeinada de pelo rizado que parece venir directamente de una manifestación del 68. El coche huele a naranjas (las tiene secas para crear perfumes naturales), la música de jazz va bien con el contexto, pero es un agradable fondo para una conversación que parece tener lugar entre viejos amigos.
El coche huele a naranjas (las hace secar para crear perfumes naturales), la música de jazz va bien con el contexto pero es un fondo agradable para una conversación que parece tener lugar entre viejos amigos.
Me pregunta el motivo del viaje, sólo llevo conmigo un pequeño carrito amarillo, y le digo que he venido a visitar algunas propiedades, pero desgraciadamente sólo tengo dos días y seis casas que ver.
Me pregunta cuál es la primera dirección a la que tengo que ir y me doy cuenta de que le estoy dando carta blanca, le pregunto si quiere ser mi guía y chófer durante dos días.
“¿Por qué no?“ era la respuesta que esperaba y así nos dirigimos juntos a la primera propiedad.
Entiendo por qué eligió esta en primer lugar, es una villa, con vistas directas al mar.
No es un chalet moderno, ostentoso y algo esnob, todo cristal y acero; sinceramente, se parece un poco a una vieja casa de pescadores con su exterior ligeramente agrietado.
Cruzo el muro fronterizo y me encuentro con la serenidad de la costa.
La planta baja de la casa es un gran porche, podríamos decir que esta casa es casi una casa-pila.
De momento no parece muy utilizada, pero creo que adornada con plantas y con algunas ventanas correderas de cristal será un lugar para momentos de contemplación y conversación. Aquí uno puede sentarse con un buen libro o saborear una taza de té de menta mientras el sol se eleva en el cielo, pintando el mundo con tonos dorados. En un rincón, un garaje, discreto y funcional, listo para guardar coches y bicicletas, símbolos de las aventuras diarias a lo largo de la costa.
De las casas, suelo fijarme en la luz y el espacio porque el hogar es un lugar íntimo y debe personalizarse. Aquí no falta luz y enseguida encuentro mi rincón del paraíso, un balcón con vistas a la costa, donde las olas rompen suavemente en la orilla y el olor a sal se mezcla con el aire fresco.
La sala de estar es espaciosa y está diseñada para favorecer la convivencia, con su cocina abierta y varios nichos para crear una zona de estar y comedor.
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