“Dolci le mie parole ne la sera ti sien come come la pioggia che bruiva tepida e fuggitiva, commiato lacrimoso de la primavera su i gelsi e su gli olmi e su le viti e su i pini dai novelli rosei diti che giocano con l´aura che si perde, e su ´l grano che non è biondo ancora e non è verde,
e su ´l fieno che già patì la falce e trascolora, e su gli olivi, su i fratelli olivi che fan di santità pallidi i clivi e sorridenti“ Gabriele D´Annunzio En esta primavera que no despega, se camina despacio por la granja de Santa Margherita.
El sol tibio en el cielo, las nubes que abrazan las colinas cercanas y el verde brillante de la hierba observan mi andar soñador. En esta antigua residencia de los Habsburgo-Lorena, se respira la paz que reinaba durante las estancias estivales en la Toscana. Detrás de nosotros, los establos, el ritmo de los arcos de entrada recuerda el zarpazo de intrépidos sementales listos para salir de caza o de excursión a la cercana Florencia.
A la vuelta de sus salidas, se detenían frente a la entrada principal, donde los criados se reunían para recibir a las alegres y bulliciosas compañías que regresaban de sus correrías, y mientras las incansables cocinas les proporcionaban ricos platos fríos o calientes para saciar su apetito, las habitaciones de los pisos superiores acogían sus cansadas extremidades. El palomar permanece como recuerdo de la antigua costumbre de cocinar suculentas plumas, pero prefiero pensar en un solitario descendiente dedicado a la correspondencia romántica por este obsoleto medio.
Durante el paseo por la finca descubro su antigua historia, hecha de nobleza, cuentos y leyendas; se dice que más de un descendiente de la noble familia se alojó entre estos muros y, como nosotros, admiró desde las ventanas del primer piso el lento ritmo de las ondulantes colinas florentinas.
Ahora le toca a usted escribir un nuevo capítulo, revivir entre estos muros risas, sonidos y olores. Remodelar las tres plantas de esta noble casa para acoger de nuevo a gentes venidas de todas partes. Revivir las caballerizas con nuevos proyectos. Cultivar las más de 3 hectáreas y media de antiguo viñedo con especies nuevas o antiguas.
La finca de Santa Margherita está dormitando, esperando volver a su antigua gloria.